viernes, 17 de junio de 2016

No hay pilotos para tanta moto...

Cada cierto tiempo y de forma cíclica aparecen, tal vez de forma espontánea y desinteresada, noticias sobre la carencia de enfermeras en la sanidad española (ahora ya incluso en la mundial...) así como sobre el escaso poder de decisión que nuestro colectivo tiene en todos los niveles (gestor, asistencial, etc.)
Ya avanzamos hace unas semanas, que no sabemos muy bien cuántas hacen falta ni para qué, si luego no se les hace caso.
El para quién, eso lo tenemos algo más evidente. Más es más para todos: más cuotas colegiales con las que llenar los bolsillos, más afiliadas a sindicatos para defender a ingenuas enfermeras y ofrecer cursos "gratuitos", más demandantes en las bolsas de trabajo para poder usarlos como mano de obra dócil... y más paro (que no parece ser la preocupación de aquellos que claman por mayor número de enfermeras).
No seré yo quien diga que las plantillas de enfermería están sobradas. Ni mucho menos, eso lo sé yo que me dedico a la función asistencial y lo sabe cualquiera con dos ojos en la cara. Tampoco seré yo quien deje de reivindicar nuevas competencias y nuevos nichos de trabajo (y labor a la sociedad) como el de la enfermera en los colegios o institutos. Algo que llevo reclamando desde hace varios años.
Ahora bien, lo que no tiene ningún sentido (y creo que sólo pasa en Enfermería) es formar a miles y miles de alumnos universitarios a lo loco, algo que no es gratis ni para ellos ni para el Estado (10.000 euros al año por alumno, pulse y véalo) . Y el colmo es que esos enfermeros luego no tengan expectativa de trabajo más allá de un apocalipsis zombie o largarse al extranjero. 
Por tanto, como venimos diciendo nosotros ( y nuestras abuelas: las gallinas que entran, por las que salen). O lo que es lo mismo: o aumentan las plantillas en serio para absorber las remesas de enfermeras que salen todos los años, o se ajusta el número de alumnos en las universidades para evitar malgastar tiempo, dinero (propio y ajeno) e ilusiones.
Ahora bien, y esto ya lo hemos explicado: no esperemos que nadie dé la cara por la profesión e intente arreglar este problema estructural. Antes bien, todos seguirán pensando en sus intereses y defenderán a viva voz la imperiosa necesidad de más y más y más enfermeras (y todo lo que a ellos les supone).         aún a riesgo de ser pesado

La pregunta es ¿Quién va a meterse en semejante faena?
Resultado de imagen de ausencia de liderazgo
Como bien indican algunos compañeros, faltan referentes en la enfermería. Enfermeras a las que poner cara y nombre al hablar de asuntos como la investigación, la asistencia de alguna enfermedad o cuidado, o la gestión. Si miramos al colectivo de al lado y alguien nos pregunta que le recomendemos algún médico para tal o cual patología, o sobre alguien puntero en algún campo, seguro que sabremos decirle un par de nombres a nivel local o nacional. Con la enfermería no pasa, o sucede de forma inusual. Una enorme masa sobre la que sobresale una cabeza con (muy) poco pelo, y algún palmero o ratón encima de su trozo de queso.
Si grave es la carencia de liderazgo en la profesión dentro de ella, mucho más decisivo, es la que hay fuera de ella. Me refiero a quienes tienen el deber y obligación de representar al colectivo enfermero. La imagen de "la mesa de dos patas", Máximo y Aznar yendo al alimón a pedir no-se-sabe-muy-qué al ministro o consejero de turno, resulta ridícula, pues nadie les toma en serio: les han vuelto a engañar!!
Ya lo decía Voltaire, "si me engañas una vez la culpa es tuya, si me engañas dos veces, la culpa es mía". Para muestra, aquí la misiva con la que los presuntos estafados se desnudaron para todos y cada uno de los enfermeros colegiados españoles: la del SATSE y la del CGE (no se preocupen, es la misma). 
Con prácticas que alientan el culto a la persona e inhiben su crítica, más propio de regímenes afortunadamente extintos. un respeto, por favor
Los problemas de la profesión lejos de arreglarse, siguen siendo los mismos de hace décadas, a los que hay que añadir la evidente falta de crédito institucional de la que adolece la profesión.
Ya lo comentábamos hace un año: "Tiene gracia que el Presidente del CGE sea un podólogo al que se le permita recetar sin traba alguna mientras que a los enfermeros a quienes representa no se les deje, en sus propias palabras, ni prescribir un paracetamol que cualquier ciudadano puede adquirir sin intermediario alguno. En Asturias, como somos así de simpáticos, tenemos a otro podólogo como Presidente de nuestro colegio." Lea el texto aquí: El desconcierto de Aranjuez

Si el futuro de la enfermería pasa por reivindicar cursos de prescripción para poder igualarnos a los podólogos, no podemos ser muy optimistas. Y que nuestro líder haya manifestado que la ocurrencia de los cursos será suprimida si es el problema para normalizar el asunto de la prescripción enfermera, eso nos hace temblar aún más. Mucho me temo que los cursos o "lo que se saquen de la manga" será aún más humillante.
Si además esos cursos sólo los puede impartir (y, no lo olvidemos, cobrar por ello) quienes han hecho de esta reclamación una cruzada personal, entonces directamente nos están llamando imbéciles.
Pero mientras usted lee esto, muchos de sus compañeros ni se plantean que pueda existir problema alguno más allá del cambio de turno.
Otra amenaza para la paz mundial: Ortos y el apocalipsis que no llega
Son muchos años engrasando la maquinaria, tal vez no los suficientes.

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